El Banco Central Europeo (BCE) ha acelerado el desarrollo del euro digital para preservar la soberanía monetaria de Europa. En un contexto donde casi dos tercios de los pagos europeos son procesados por empresas no Europas (como Visa, Mastercard, PayPal, Apple Pay, Google Pay), esta dependencia genera riesgos geopolíticos y amenaza la autonomía financiera de la eurozona.
Con una inversión estimada de 1.300 millones de euros y un horizonte temporal fijado en 2029, el proyecto busca reconfigurar el equilibrio en el sistema de pagos europeo y reforzar la autonomía financiera de la zona euro.
La digitalización del sistema monetario europeo plantea cuestiones fundamentales sobre soberanía monetaria y autonomía estratégica. El proyecto del euro digital es una iniciativa del Eurosistema (la autoridad monetaria de la zona del euro, integrada por el BCE y los bancos centrales nacionales de los Estados miembros cuya moneda es el euro) para salvaguardar el papel del dinero en una economía en rápida digitalización, diseñado como efectivo digital en aras de facilitar la inclusión financiera. Actualmente, el panorama de pagos de Europa permanece fragmentado, con casi dos tercios de las transacciones basadas en tarjetas en la zona euro procesadas por compañías no europeas (principalmente estadounidenses como Visa, Mastercard, PayPal, Apple Pay, Google Pay)-. Esta dependencia plantea riesgos geopolíticos, especialmente en un contexto de crecientes tensiones internacionales.
De igual forma, 13 países de la Eurozona dependen enteramente de esquemas de tarjetas internacionales o soluciones móviles para los pagos en tienda. La tendencia hacia el pago digital es clara: en 2024, el efectivo representó solo el 24% de los pagos cotidianos; la proporción de empresas que no aceptan efectivo se triplicó en los últimos tres años, alcanzando el 12%; el valor de los bienes comprados mediante comercio electrónico también se disparó, duplicándose del 18% al 36% entre 2019 y 2024.
El Eurosistema inició la fase de investigación (2021-2023) del euro digital, centrada en su diseño conceptual. Los hitos recientes marcan el avance del proyecto. El 23 de julio de 2025, el Consejo de Gobierno del BCE designó un consorcio de seis bancos centrales nacionales (incluyendo al Banco de España junto con la Banca d’Italia, la Banque de France, el Deutsche Bundesbank, el Lietuvos Bankas y el Oesterreichische Nationalbank) para desarrollar los componentes centrales de compensación, liquidación y emisión del euro digital. El 29 de octubre de 2025, el BCE decidió transitar a la fase de preparación, cuyo objetivo es construir la capacidad técnica necesaria antes de una eventual decisión de emisión. El objetivo del BCE es que el euro digital esté operativo para una posible primera emisión durante 2029. Este calendario está supeditado a la aprobación del Reglamento sobre el establecimiento del euro digital en 2026.
El Eurosistema, con el apoyo del Rulebook Development Group (RDG), ha desarrollado el Rulebook, un cuerpo normativo esencial. Este documento establece las reglas, estándares y procedimientos para que los Proveedores de Servicios de Pago (PSPs) ofrezcan servicios básicos de pagos con el euro digital. Su elaboración ha sido un proceso colaborativo e iterativo, que ha contado con la participación de representantes de consumidores, comerciantes, PSPs y otros proveedores de servicios del mercado minorista europeo.
En cuanto a la privacidad, el euro digital prioriza la privacidad. Se concibe como un ecosistema con datos minimizados donde el Eurosistema no podrá rastrear ni vincular ninguna transacción individual con una persona específica. Los PSPs gestionarán las transacciones, enviándolas a la Digital Euro Service Platform para liquidación mediante identificadores seudónimos.
Los gigantes tecnológicos globales (big tech) están impulsando el cambio en la provisión de servicios financieros. Su integración con otros servicios representa una amenaza competitiva significativa, debido a dinámicas como la vinculación y agrupación de servicios, la subvención cruzada (subsidios entre líneas de negocio), y efectos de “el ganador se lleva todo”. En el contexto europeo, la expansión de las big tech plantea un riesgo adicional y estratégico: la dependencia de tecnologías gobernadas en jurisdicciones externas a la Unión Europea.
El modelo del euro digital se basa en una colaboración público-privada, que no busca la desintermediación bancaria. El BCE proporcionará el dinero seguro, mientras que los bancos ofrecerán los servicios de interfaz y atención al usuario.
La propuesta ha generado una controversia con la banca europea, incluyendo a entidades como Deutsche Bank, BNP Paribas e ING, que han invertido en Wero, una solución de pagos digitales paneuropea privada.
Aunque el euro digital y Wero comparten el objetivo de reducir la dependencia de proveedores extranjeros, los bancos argumentan que una solución pública gratuita del BCE podría generar competencia asimétrica. Temen que el euro digital duplique funcionalidades ya cubiertas por iniciativas privadas, socavando las inversiones millonarias en infraestructura como Wero.
El sector bancario europeo demanda tener la oportunidad de competir antes de que se despliegue una alternativa pública que podría alterar gravemente el equilibrio competitivo del mercado de pagos.
El impacto del euro digital en la estabilidad financiera y la rentabilidad bancaria es debatible. Puede atraer la actividad de pagos fuera de los bancos, reduciendo ingresos y el acceso a información de clientes, lo que podría llevar a una financiación menos estable y más costosa y a una reducción en la concesión de préstamos.
Otras perspectivas sugieren que el euro digital podría mejorar la asignación de capital al facilitar los pagos y reducir los costos de transacción.
El impacto final dependerá de un diseño adecuado, especialmente en elementos como los límites de tenencia y la remuneración, que deberán capturar los beneficios de eficiencia sin desestabilizar el sistema bancario.
En última instancia, el euro digital es una herramienta crítica que busca redefinir la esencia del dinero del banco central en un mundo digital y asegurar la autonomía tecnológica y financiera de Europa. Para el sector legal y financiero, el momento de analizar y prepararse para esta transformación es ahora.
Artículo publicado en Expansión.
Por Alejandra Gómez
Asociada del Dpto. Bancario y Financiero



